A medio camino entre el arte, la naturaleza y la moda, acaba de concluir una iniciativa que ha captado la mirada —y el corazón— de quienes paseaban por las calles de Milán, Londres, París y Nueva York: las flores en lata de Prada, distribuidas a través de quioscos pop-up personalizados. La acción, vinculada a la campaña “In Conversation with a Flower” para la temporada Otoño/Invierno 2023, llevó a las plazas más icónicas del mundo una idea simple y poética: una lata con semillas, lista para germinar.
Belleza efímera y fuerza silenciosa
En el comunicado oficial de la campaña, Prada describe las flores como “tótems y gestos de ternura y afecto”, reinventados a escala monumental para permitir una conversación entre seres humanos y flores. Las fotografías de Willy Vanderperre muestran actores inmersos en escenarios surrealistas, dialogando con flores gigantes que encarnan contradicciones: frágiles y resistentes, efímeras y eternas, preciosas y cotidianas.
Esa tensión poética —entre lo delicado y lo que perdura— encuentra su expresión perfecta en el gesto de las flores en lata de Prada: un objeto pequeño y discreto que contiene un potencial de crecimiento.
La flor gigante de la imagen se vuelve microscópica dentro de la lata, pero conserva la misma carga simbólica: es una invitación a hacer dialogar la belleza, el tiempo y el cuidado.
Quioscos pop-up y difusión internacional
Durante las semanas de la moda, Prada instaló quioscos pop-up en las plazas centrales de las ciudades participantes, convirtiéndolos en puntos de contacto directo con el público. En estos espacios se entregaban flores en lata personalizadas: un gesto que salía del ámbito exclusivo del desfile y se abría a la calle, a cualquiera que pasara por allí.
El proyecto tuvo también una duración limitada (solo unos días), añadiendo un componente de urgencia y deseo. En algunas ciudades —como Milán— el quiosco se organizó en colaboración con floristas locales, aportando un carácter más “arraigado” al gesto.
Esta acción itinerante permitió que el mensaje no quedara confinado a las pasarelas, sino que bajara a las calles, a los lugares cotidianos de las grandes ciudades, atrayendo la atención de un público que esperó horas en fila para recibir su Flor en Lata.
La unión de lo online y lo offline
En los días posteriores a la distribución, muchos destinatarios documentaron el crecimiento de sus plantas en redes sociales, transformando ese pequeño gesto en una historia colectiva. Las latas —inicialmente simples gadgets— se convirtieron en símbolos de una idea que sigue germinando. La campaña “In Conversation with a Flower” generó imágenes visuales intensas, jugando con las proporciones y el diálogo con los modelos, mientras que el proyecto de las flores en lata de Prada dio forma tangible a esa narrativa, poniendo el poder de la metáfora en manos de las personas.
Moda, poesía y responsabilidad ambiental
La fuerza de la iniciativa reside precisamente en su doble naturaleza: estética y tangible. Prada no solo creó imágenes poéticas, sino que las materializó a través de un objeto que desafía lo efímero: el acto de cultivar, día tras día, una flor.
El proyecto demuestra que la comunicación del lujo puede tener un horizonte ético sin renunciar a su poder evocador.
El gadget no es solo un obsequio, sino un medio que cuenta una historia: “cultiva con nosotros esta idea, este mensaje, este pensamiento”.
Las flores en lata de Prada son un pequeño gesto, pero un gesto real, que requiere participación y atención.
Después del evento: crecimiento continuo
Hoy, semanas después, muchas de las semillas distribuidas han germinado, las plantas han crecido y las imágenes siguen vivas en las redes sociales. Lo que fue una instalación temporal, una idea para los días de la moda, se ha prolongado en la cotidianidad de las personas.
Las flores en lata de Prada no se limitan al evento fashion: se convierten en huellas vivas, pequeños testimonios de una idea que quiere escapar del ámbito de lo efímero.
De este modo, Prada ha transformado un episodio en un relato en expansión: una alfombra verde que se extiende más allá de las pasarelas.
Al fin y al cabo, cada flor —grande o pequeña— es una invitación: a dialogar con el tiempo, con el cuidado y con la naturaleza. Y Prada ha decidido abrir esa conversación, entregando a cada uno una lata, una semilla, un gesto que cultivar.